Influencia de los conflictos sociales, políticos y climatológicos, en la arquitectura, el urbanismo y la forma de vida

lunes, 21 de julio de 2014

EL REFUGIO DE WALID EN GAZA: !CORRE, CORRE QUE TE PILLO!


Luz potente y sonora, fuego ocre, humo negro, vacío, silencio, llanto, amasijo de escombros,  viviendas destruidas, cadáveres en el suelo, un conductor de ambulancia, un cámara de televisión, cinco amigos de 11 años, la abuela que huía con sus nietos, dos agricultores, un anciano con alzheimer, una mujer embarazada, un estudiante; estas son algunas de las víctimas del día de hoy, este es el relato, esta es la masacre que se produce en gaza en estos momentos.
En esta mañana de domingo, miles de palestinos, de familias enteras, huyen de las ciudades de la franja de Gaza, pero ¿hacia dónde? ¿Dónde refugiarse en la franja de Gaza?
Walid, tiene 13 años y cada vez que escucha una explosión se echa a temblar, las ventanas de su casa ya no tienen cristales, tampoco hay agua, los potentes misiles destruyeron los suministros, el agua potable se mezcló con la fecal, ya es agua envenenada, no se puede beber; su hermano Omar trae agua a la casa con el viejo  camión cisterna de su vecino; Omar tiene 23 años y jamás salió de la Franja.
La familia de Walid, al igual que el millón y medio de habitantes de la franja, está atrapada literalmente en una superficie de 360 Km2, la vida cotidiana no deja de ser para ellos un desafío al tener que sobrevivir en unos de los territorios más densamente poblado del mundo con 5.046 habitantes/Km2.
Mohammed, padre de Walid y Omar y de sus tres hermanos pequeños, tiene que tomar una decisión, es 10 de Julio de 2014, ha recibido el “aviso” de que debe abandonar su casa situada en las inmediaciones de la localidad fronteriza norteña de Beit Lahiya, pero dónde escapar, se pregunta una y otra vez. A primera hora de la mañana el ejercito israelí les avisó por teléfono, una llamada con un mensaje grabado en árabe informando que su casa iba a ser destruida; afortunadamente el teléfono no estaba desconectado por falta de pago como había sucedido en meses anteriores, Hiba, la madre, había conseguido vender algunas cabras de contrabando, pero Mohammed sabía que si no atendía el aviso telefónico, pronto llegaría la “llamada sobre el tejado”.
Octavillas de aviso de los ataques irsraelíes
La llamada sobre el tejado, consiste en el lanzamiento sobre los edificios de un pequeño misil sin cabeza explosiva "o bomba señuelo", el golpe o impacto del artefacto debe servir como alerta para que los habitantes de la casa evacúen el hogar. El ejército israelí hizo uso de este procedimiento por primera vez en 2008-2009, durante la operación Plomo Fundido, en la que el 15% de los edificios de la Franja de Gaza fueron destruidos o dañados de alguna manera.
Pero no es la primera vez que el aviso previo falla, Mohammed no puede evitar recordar la muerte de sus primos los Kaware en la ciudad de Gaza por este motivo.
Las personas no terminan de entender si lo que están recibiendo es una advertencia o un ataque real, está claro, nunca es legal tener como objetivo edificios civiles.
Hiba organiza el día, como siempre, en torno a la electricidad, poner una lavadora o encender la luz para que los niños estudien ha de estar perfectamente planificado; reciben más de la mitad de su energía eléctrica de Israel, el resto procede de la planta generadora de la Franja y de Egipto, lo que no llega a abastecer toda la demanda, como consecuencia, la mayoría de los días pasan entre 8 y 12 horas sin energía eléctrica. Por este motivo el esfuerzo de Asma, la hermana pequeña de Hiba, ha de ser doble; Asma se presenta el mes próximo a los “tawjihis”, exámenes de selectividad, acontecimiento que se ha convertido en un evento para los habitantes de la casa que aportan su “granito de arena” para que pueda cumplir su sueño de ir a la Universidad y estudiar Ingeniería Informática

Hiba y Mohammed  han de decidirse, no han dormido en toda la noche después de que el cielo se llenara de octavillas anunciando los ataques que preceden a las llamadas telefónicas, la única opción será refugiarse en las escuelas públicas custodiadas por la ONU, pero las noticias que les llega a través de su vecina Umm Aisha no son alentadoras, “No tenemos ropa para cambiarnos. No tenemos comida, estamos aquí encerrados sin poder apenas salir, sin hacer nada, no cabe más gente” explicaba desde la escuela de Falah. 
A las doce y cuarto del mediodía tomaron la decisión de partir hacia el sur, atravesar la ciudad de Gaza hasta llegar una de las escuelas refugio de la ONU, se disponen a recoger sus pertenecías, la mayoría de sus enseres provienen del mercado de contrabando procedente de los túneles que proliferan como consecuencia del bloqueo y la dificultad de movimiento. Por los túneles ingresan a Gaza, ganado, comida, dinero, materiales de construcción, combustibles y armamento.

Mohammed, pescador como su padre abandonó su actividad en el mar tras el establecimiento de las  restricciones israelíes que reducen el acceso a la pesca a tres millas náuticas, estando el 85% de las áreas marítimas autorizadas por los acuerdos de Oslo fuera del alcance de los pescadores palestinos; esta situación junto a los continuos ataques a botes de pesca palestinos que se acercan al límite, le llevó hace unos años, junto con su vecino y amigo Bahyat a probar suerte en el campo de la agricultura.
Los dos amigos agricultores están acostumbrados a arriesgar su vida casi a diario ya que sus tierras se extienden a pocos metros de la línea verde, cerca del perímetro de "seguridad" de la áreas de acceso restringido. En este área se sitúan casualmente las tierras más fértiles de la zona; si los agricultores entran en ella, los soldados israelíes tienen luz verde para disparar a matar. Mohammed no tiene mucho que perder, ayer bombardearon su pueblo, sus cosechas y su primitivo sistema de riego.
Marcharán por separado, por un lado Omar, Asma y la pequeña Rawiya que se adelantarán para recoger al abuelo Mahmoud Abu Sawawin, ingresado desde hace dos meses en el hospital de rehabilitación Wafa en Shiyaiya; su director Basman Ashi les ha llamado esta misma mañana para comunicarles la necesidad de evacuar a los pacientes, un proyectil ha impactado en el edificio. Mahmoud, hacía tiempo que no recordaba nada, permanecía en el hospital para rehabilitarse de una desafortunada caída acaecida en Mayo en el jardín de la casa; su rostro solo se iluminaba cuando sus hijas Hiba y Asma lo visitaban los sábados regalándole todo tipo de mimos, alguna vez la pequeña Rawiya solía arrancarle una carcajada con sus juegos.
A Omar le entusiasma el mundo del motor y de los coches, se dedica a “revivirlos” como él define su trabajo. En el pequeño taller aledaño a su casa se amontonan las piezas que consigue en el mercado de contrabando de los túneles, los mismos en los que su madre  vende o compra el ganado; ahora hace algunos trabajos como taxista, pero la reciente ofensiva militar de Israel ha detenido los viajes, ya nadie quiere hacer el trayecto hacia el norte por miedo a que caigan misiles en el camino.
Disponen de dos horas de tregua para llegar a su destino. A las 15.30 h. llegan al centro clínico de Wafa, ha terminado la tregua, todo es confusión, Omar lleva en sus brazos a Rawiya, Asma busca a su padre entre la multitud, lo toma de la mano y atraviesan las calles incendiadas.
Un grupo de personas sale de sus casas con cadáveres en los brazos; Omar, Rawiya, Mahmoud y Asma, escapan calle abajo sorteando el pavimento cubierto de cascotes, se refugian bajo un árbol…. a partir de este momento, otra vez el estruendo, el ruido seco, el color ocre en el cielo…… Mahmoud susurra por primera vez en mucho tiempo el nombre su hija “Asma”….El misil de los cazabombarderos F16 y F15 que rompen la velocidad del sonido cae sobre ellos, entre los cascotes, Omar abrazado a Rawiya y Asma a su padre. Se redujo a cenizas la esperanza.
Hiba y Mohammed  parten media hora después; utilizan para el transporte el tractor de su vecino Bahyat, las dos familias emprenden el viaje sin demasiado equipaje, Bahyat, está convencido que en pocos días regresarán a sus casas, Walid tiene miedo, su madre lo abraza junto a sus dos hermanos pequeños y cantan la canción: “ Taa, taa taiyyi, taitine biâliyi, Rin rin ya jarase, hauil ou irkab âl faras……”
A las 15:45 h. llegan a la ciudad de Gaza, Hiba está preocupada, los móviles de su hijo y de su hermana no contestan hace rato; desde la carretera se ve la playa, una decena de niños juegan al fútbol, los niños se alborotan, quieren ir a jugar. Walid se resiste, obedece a su madre, va con ellos,  vuelve a tener miedo, mira al cielo, no quiere jugar, vigila a sus hermanos desde el hueco del viejo bunker demolido de la playa.
Walid no lo recuerda, son las 16:00 h., un proyectil procedente de un barco impacta sobre el grupo de niños. La marea retrocedió, las ventanas del cielo se cerraron y la ciudad contuvo su aliento.
Hiba y Mohammed no tuvieron tiempo de enterrar a sus hijos antes que un nuevo impacto destruyera el pequeño tractor en el que viajaban.
Desde la ventana de la ambulancia de la Media Luna Roja que lo rescató, ve como se hunden las raíces, las calles no tienen nombre y las canciones no tienen eco; solo una mueca de dolor profundo dibuja el rostro cansado de Walid.
Ya no se esconderá para refugiarse, se quedará de pié para olvidar todo el retablo de su corta vida, todas las derrotas, todos los dramas, lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, la caricia de su padre, el beso de su madre, las canciones de sus hermanos, el verde del olivo y el patio de su casa.

"IN MEMORIAN"
Descansen en Paz